martes, 29 de diciembre de 2009

COPENHAGUE: EL INICIO DEL FIN DE ESTA CIVILIZACION?

CITA DE COPENHAGUE I

Aunque algunos pesimistas proyectaban no se llegarían a medidas inmediatas y efectivas para contrarrestar el cambio climático, existían algunos otros optimistas -como este editor- que tenia esperanzas se pudieran alcanzar acuerdos inmediatos y muy concretos, desgraciadamente quedo al desnudo la incapacidad de una acción colectiva para realizarlo. La ONU ya en 2003 había mostrado su fragilidad ante la guerra de Irak, evento en el cual USA y aliados ignoraron al Consejo de Seguridad. Después de la cita quedo confirmado es imposible lograr acuerdos por consenso de parte de casi 200 naciones, muchas de estas con intereses particulares y contradictorios.

Todos los países miembro de Naciones Unidas concurrieron a la gran conferencia climática de Copenhague con la esperanza de alcanzar un acuerdo. Pese a los problemas y dudas, más de un centenar de mandatarios convergieron previo a fiestas navideñas en la capital danesa. Pero más de diez años de estudios, dos años de negociaciones y dos semanas de conferencia, con la presencia en los días finales de los jefes de los mayores y más poderosos estados, terminaron en caos.
La paradoja es que, a diferencia de otros temas, todos coincidían sobre la urgencia de reducir las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Ninguno de los presentes en los debates ponía en duda la amenaza que representa, para todo el planeta, el aumento de las temperaturas. Los delegados recibieron un verdadero baño de información sobre derretimiento de glaciares, subida de nivel de los mares, las consecuencias económicas y humanas que traen aparejados estos fenómenos. Tampoco se cuestionó que el calentamiento global es causado por las actividades humanas y, en particular, por la quema de combustibles fósiles y la deforestación. Hasta aquí, todos de acuerdo.
Las discrepancias comienzan a la hora de determinar quién tiene hacer qué. El debate que se arrastra en todos los campos desde hace décadas opone al sur frente al norte. O lo que es lo mismo a los países pobres, que son la mayoría, frente a los ricos. Dos piedras de toque principales: la magnitud de los recortes de las emisiones de CO2 y los montos de las ayudas para mitigar los impactos del cambio climático.
En Copenhague quedó al desnudo la incapacidad de una acción colectiva a nivel mundial. Las Naciones Unidas ya habían mostrado su fragilidad ante la guerra de Irak, la de 2003, en que Estados Unidos y sus aliados ignoraron a su Consejo de Seguridad. Ahora fue manifiesto que es imposible lograr acuerdos por consenso con casi 200 naciones con intereses contradictorios. Las recriminaciones mutuas abundaban. El Presidente venezolano Hugo Chávez señaló con la ironía que lo caracteriza: si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado.
El mundo multipolar tiene grandes ventajas, pero también tiene su lado oscuro. La falta de un liderazgo sume al mundo en una discusión entre iguales que termina en la pasividad. En el tema climático, los dos mayores contaminadores son además las dos potencias decisivas: Estados Unidos y China. Como tales, ambos están bajo sospecha del resto de postular sus intereses nacionales antes que el bien común. La Unión Europea, por su parte, también mostró fracturas y estaba bajo la presidencia de Suecia, un país de poco peso político. Así, frente a un sistema burocrático ineficaz, como el de Naciones Unidas, y la falta de liderazgo, la parálisis resulta esperable.
A todo lo anterior hay que sumar la ineptitud de los organizadores daneses. De entrada, antes de comenzar la conferencia, se filtró un documento que alteró los ánimos de los países en vías de desarrollo. En él se postulaban, con la anuencia danesa, los postulados básicos de Estados Unidos como texto base para un acuerdo. El lugar de la conferencia, el Bella Center, era inadecuado. Estuve allí hace unos meses, en una de las reuniones preparatorias, y con una fracción pequeña de personas frente a las que concurrieron al gran encuentro ya había problemas de gestión. Un ejemplo lo dice todo: el jefe de la delegación china tuvo problemas durante tres días para ingresar al Bella Center. Los estadounidenses no tuvieron dificultad alguna. Hacia el final del evento, cuando llegaron los ministros, las autoridades danesas los convocaron a una reunión separada en un hotel. Al hacerlo dejaron a las delegaciones negociadoras en la penumbra.
Finalmente, el Presidente Barack Obama tomó el toro por las astas. Ya había viajado a Copenhague para conseguir los Juegos Olímpicos y volvió con las manos vacías. Esta vez el asunto era mucho más serio y no estaba dispuesto a desembarcar en Washington sin, al menos, una hoja de parra. Y eso, exactamente, es lo que consiguió: un esbozo difuso de acuerdo no vinculante aprobado por China, India, Brasil y Sudáfrica. Una treintena más de países, incluida la Unión Europea, se sumaron y el resto se limitó a tomar nota.
En lo que toca a la sustancia de la conferencia, que fue el calentamiento global, los resultados son decepcionantes. Y, por lo mismo, alarmantes. El deterioro ambiental sigue su curso y las consecuencias se tornarán más drásticas y onerosas. En cuanto al orden internacional, la situación es igualmente poco alentadora. De momento no se vislumbran mecanismos ágiles y eficaces que permitan abordar temas urgentes. El mundo está aún lejos de una democracia planetaria que permita a las naciones zanjar sus diferencias.
(Análisis sobre lo acontecido en Copenhague - Raúl Sohr/Columnista La Nación-Artículo Copenhague muestra ingobernabilidad mundial)
Más Información:

No hay comentarios: